
Míralas, son las manos fruto del tiempo, de los años vividos, son las de nuestro padre, nuestro abuelo...
Han llegado al otoño de la vida y lo mas triste, es que corren malos tiempos otoñales...La vida va mas rápida que ellos, corre sin sentido y sin dirección...se les escapa de la razón y de los dedos.
¿De que sirven tantos adelantos?, se pregunta...¿De que sirve poder vivir tantos años?...Si al final de sus días, se han de ver aislados en la mas total y absoluta soledad, en este mundo de "solos", entre tanta gente.
Cambiaron nuestras prioridades, eliminamos lo importante, lo profundo, lo que guarda relación con los sentimientos, para dejar paso a una vida llena de reloqueo y nuevas tecnologías, en las que mi viejito con bastón no tiene cabida, no encuentra su sitio, no se fía...
Y ahí se queda, mirando al horizonte, desde un banco del parque...pero no hay horizonte, solo gigantes de hierro y hormigón y gente corriendo de un lado a otro.
Y él los mira y no entiende, lo intenta, pero no lo consigue...Entonces, con la mirada perdida piensa en que fue lo que hizo mal , para llegar a este punto. Piensa en si se puede rectificar algo...en si ese algo lo escuchará alguien.
Y sin mas, como con la cabeza perdida...se enrosca en los recuerdos del pasado, en sus manos sin arrugas, en las caricias que dió , en lo mucho que luchó y lo que le tocó vivir.
Y espera...sin esperar.
Que teriible realidad es la que describes.
ResponderEliminarCada vez son mas las personas que tras una larga vida llena de lucha,acaban solas y abandonadas.
Una entrada para reflexionar...
Para pensar.
beso